Que llueva
Vivir en prisma es una experiencia digna de ser contada por ser antagónica a la forma de vida que nos cuentan los que pasaron por otros centros de detención.
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La presencia de civiles cambia radicalmente el trato, pero yo destaco también el respeto del personal penitenciario.
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Es una convivencia generalmente tranquila, segura, sin sobresaltos ni agresión. El trato es cordial y amistoso.
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Particularmente me siento respetado tanto por el equipo tratante, de seguridad y con mis compañeros.
Lo dramático que es perder la libertad es indescriptible pero se hace más llevadero dado el trato recibido.
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Tengo además la posibilidad de seguir mi régimen vegetariano, que me hace muy satisfecho y agradecido. Y por último destacó que puedo continuar con mi actividad en libertad, que es la música, teniendo a cargo un espacio para desarrollar un taller coral con mis compañeros, los de otra planta y personal del equipo tratante.
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GMG